martes, 29 de marzo de 2011

“Segundas vueltas y opciones de voto: ‘Retóricas empleadas para distraer el interés del pueblo’”


Las estadísticas en correlación a las irresolutas segundas vueltas electorales aún admiten un considerable porcentaje influenciado por las disímiles opciones de voto que, en condición discriminante (con respecto al tiempo y afinidades establecidas), favorecerían a solo dos candidatos.
Superadas las circunstancias de la primera vuelta, este porcentaje de sufragio, desparecería de las nociones del pueblo, pues los ciudadanos que no votan en blanco tendrían que virar su opción de voto hacia uno de los candidatos. Así se dejaría de lado —como debiera ser— las influencias de los postulantes en los primeros comicios, si es que el candidato por el cual sufragó en primera instancia, no vence la valla electoral.
El periodista Raúl Tola, calificó el día de ayer (domingo) al graduado en Derecho Internacional por La Sorbona de París y candidato presidencial Ollanta Humala Tasso como “gran perdedor” en relación a las estadísticas que analizaban las diferentes probabilidades de segundas vueltas. Lo que no advirtió en sus calificativos es la cuantía de votos a causa de singulares afecciones, inclinaciones establecidas por favoritismo o identificaciones superficiales. Estas características se aúnan, convergen en la intención de voto que poseen especialmente los partidarios del fujimontesinismo, personificado en estas elecciones por Keiko Fujimori.
Siguiendo las mismas nociones expuestas, promocionan el triunfo de Luis Castañeda Lossio, quien supuestamente ganaría a todos sus contendores en hipótesis por poco utópicas (debido a la lejanía estadística, cierto caos acoge al pueblo); si bien es efectista ilustrar al pueblo, hay que considerar el poder de influencia de los candidatos y de las mismas encuestas. Aunque de todas maneras resulten condicionantes las estadísticas que, dominantes en el consciente del pueblo, no permiten dilucidar y apartar las nociones que podrían recaer en estólidos revanchismos, ensuciándose de este modo el período de las elecciones. Si el elector peruano logra concentrarse, concientizarse y descartar de su psicología —en la segunda vuelta— a los demás candidatos, enaltecería sus condiciones de ciudadano, pues estaría decidiendo más allá de su opción de voto, así las condiciones en que este se forjó fueran por “afinidad”. Claro está que la segunda decisión para constituir una correcta opción de voto debe ser conscientemente cavilada y acompañada de la verdad en nuestra realidad a través de la historiografía e historia del Perú.
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