jueves, 13 de febrero de 2014

¡Por una científica creación de la ley telecomunicacional!

La Ley de Radio y Televisión no declaraba ante la población infrahumana el uso estratégico del campo electromagnético por el cual se operan frecuencias; ondas electromagnéticas que doblegan la interacción diaria de un pueblo. Tanto el cuerpo como la mente de un individuo propenso y expuesto a una realidad dominada por empresas globales. Esta manipulación científica fue difundida como Proyecto Mk Ultra o “mind control”.

La naturaleza de este uso telecomunicacional transmite ideas a través de un ya conocido por muchos medio-síntoma, conocido en expresión popular como “escuchar voces” y considerado período prepatogénico en diagnósticos psiquiátricos tales como la esquizofrenia y otras psicosis. Esta verdad tangente se plasma ante el hombre, pues psicotrónica y frecuencias hertzianas no se han concebido relacionales; como también a las antenas la concepción “antenaje”. Se trataría de un indicio de poder y dominación de masas.

Siendo esta una injerencia sociopolítica además de encontrarse asociada a la concentración de medios puede gozar de una figura relacional: los grupos de poder que no deberían ser comprendidos como usufructadores de estas labores comunicacionantes y telecomunicacionantes desde el sector de medios impresos… Pues pueden ordenar y operar funciones desde su bando, maniobrando de una forma conexa y dependiente debido al discurso que nos entregan y que puede estimular el establecimiento de una estratagema eléctrica mediante noticias retorcidas y falsas. Característica que profesa la manipulación de la conciencia. Cabe destacar esta correlación pues actualmente y en nuestras circunstancias son las noticias que tratan sobre posesiones e histeria colectiva que acaecen, consecuencia de esta difusión paralela que menoscaba nuestra historia.

El factor mágico-religioso y el concepto de Dios que atenemos pueden así mortificar la percepción del pueblo. Ante un milagro a un santo se le suele atribuir una supuesta presencia en un mundo dominado por una condición tautológica. Se incomprendió la presencia de profetas y santos que según las consecuencias de su supervivencia pueden ser juzgados como benéficos o maléficos.



Hallamos indicios de estas interpretaciones en el discurso de películas testimoniales que en sus documentos divulgan la intervención de instrumentos electrónicos. Estos causaron confusión y debido al impacto social y sobreactuación de personas originó que las posesiones sean congruentes a sucesos médicos no derivados sino originarios y no espectrales, “fantasmales”, influencias producidas por el aparato telecomunicacional, construyendo una condición tergiversada de la medicina: variable primordial para el “error histórico”.

Por esto la regulación de contenidos en prensa que puede divulgar por ejemplo esquizofrenia y/o posesión y no dominio de masas particulares, por el método pasivamente estratégico por el que socialmente comunica, debe ser consultada para así emprender debidamente con la reformulación de una ley que incluya un inciso telecomunicacional que produzca bases éticas y morales en su accionar comunicativo y telecomunicativo.

Debe entenderse que dentro de la forma comunicativa localizamos operaciones telecomunicacionales que complementan y/o contaminan el fondo discursivo de una circunstancia, estableciéndose así como parte preponderante de la cultura, conformando el mito universal mediante el cual se accede a diversos rituales que reaccionan para justificar una presencia teísta que desorienta, supuestamente aconseja y sujeta nuestra existencia. Es así que el núcleo familiar se hace predominante para filtrar el mensaje de las noticias y el entendimiento de las fuerzas de producción en telecomunicación. Reconstruyamos el discurso primigenio del matrimonio. Siendo así, discursemos: “Qts=(Qms*Qes)/(Qms+Qes)”.

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